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Se conoce con el nombre de ácido ascórbico, primordial para el crecimiento y para mantener sanos los huesos, dientes, piel, etc. La vitamina C favorece la absorción del hierro presente en los alimentos, a la vez que refuerza el sistema de defensa del organismo frente a infecciones y alergias, reduce los niveles de colesterol y retrasa el proceso de envejecimiento de las células.
Imprescindible para metabolizar las grasas, refuerza nuestras defensas y nos previene de catarros y otras enfermedades infecciosas. Es la vitamina antiestrés, antienvejecimiento, gracias a su poderosa acción antioxidante, siendo capaz de neutralizar la acción de los radicales libres responsables del envejecimiento celular y de numerosas enfermedades crónicas.
Durante el crecimiento, situaciones de estrés, para mujeres embarazadas o en época de lactancia, los requerimientos de vitamina C aumentan. Los fumadores deben ingerir aproximadamente el doble de la cantidad de vitamina C recomendada ya que las sustancias presentes en el tabaco destruyen en gran medida la vitamina C.
Su falta provoca enfermedades como el escorbuto, combate eficazmente infecciones y dolores circulatorios. Los síntomas más característicos de su deficiencia son fatiga, pérdida de apetito o dolor en las articulaciones, entre otros.
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